Hasta hace no mucho, entendíamos CRM (Customer Relationship Marketing) como una
colección de datos, más o menos estáticos, procedentes de la relación del consumidor con
la marca. Éstos podían incluir desde la información histórica de contactos y reacciones a los
mismos, datos de compra, datos demográficos asociados y, en algunos casos, otros datos
externos que nos permiten en su conjunto obtener un perfil de consumidor y así tratarle de
una forma diferencial y personalizada, estableciendo acciones de marketing con el fin de
conseguir su fidelidad.